Un nuevo libro sobre Martín Adán

La obra poética de Martín Adán (1908-1985) es una de las cimas de la literatura latinoamericana. Desde que publicó La casa de cartón (1928) mereció elogios de dos críticos reputados de la época: Luis Alberto Sánchez y José Carlos Mariátegui. Hay investigadores que han abordado la poesía de Adán, entre los cuales cabe mencionar a Edmundo Bendezú, Ricardo Silva-Santisteban, John Kinsella y Ricardo González Vigil. A ellos hoy se suma Jim Anchante, un joven profesor de la Universidad Católica, cuya investigación es producto de una tesis de licenciatura que sustentó en la Universidad de San Marcos y que se centra en un estudio neorretórico de La mano desasida, uno de los grandes poemas de Adán. El título del ensayo es Poesía, ser y quimera. Estudio de La mano desasida de Martín Adán (Lima: Vicio perpetuo, 2012, 142 pp.)
El orden expositivo del autor es ostensible, pues empieza realizando una útil metacrítica donde calibra los aportes de los críticos que lo han precedido y de allí extrae una agenda problemática imprescindible para el abordaje de su objeto de estudio. Luego pasa a referirse a las tres ediciones de La mano desasida (1961, 1964 y 1980) con el fin de fijar la versión más confiable del poema y precisa los tres períodos de la poesía de Adán. El primero abarca desde los poemas iniciales hasta Sonetos a la rosa, donde observamos el antisoneto vanguardista con ecos de la estética barroca. El segundo comprende Escrito a ciegas, La mano desasida y La piedra absoluta, y allí identificamos el predominio del verso libre. El tercero está constituido por Mi Darío y Diario de poeta, y significa la vuelta a las formas estróficas clásicas, pero sin el nivel de complejidad de Travesía de extramares, poemario adscrito a la primera etapa. Posteriormente, Anchante delimita el contexto de la publicación de La mano desasida y traza oposiciones entre el texto adaniano y la producción de los poetas de la llamada generación del sesenta. Después de abordar dicho contexto, se centra en el análisis del poema poniendo de relieve el enfoque de la Retórica General Textual de Stefano Arduini que señala el funcionamiento de seis campos figurativos o cognitivos --que permiten situar las más importantes figuras retóricas-- a saber: la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la repetición, la elipsis y la antítesis. Para Arduini, no hay figura retórica sin universo ideológico y esta no es un desvío respecto de una norma determinada por el discurso científico, sino una manera de estructurar la percepción del mundo. Esta ideas del lingüista italiano permite al investigador proveerse de un marco teórico para el abordaje del símbolo de la piedra en La mano desasida.
El libro de Anchante tiene varios aciertos. El primero, la organización coherente del discurso crítico; el segundo, la claridad expositiva; el tercero, la opción plurimetodológica, pues no se centra en un solo método, sino que abre la posibilidad de una lectura abierta del poema no sujeta a una terminología abstrusa. Aquí es interesante la identificación de Anchante como hermeneuta con el autor materia de la investigación.
Es cierto que hubiéramos querido ver una óptica que subrayara más el análisis de ese diálogo intercultural quebrado entre el mundo andino y la cultura occidental que se manifiesta en La mano desasida; sin embargo, ello no es óbice para reconocer en Jim Anchante a un joven investigador de valía que asedia los poemas de Adán con rigor e indiscutible sistematicidad.

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