LA RETÓRICA: ¿BANALIDAD O EJERCICIO DEL CONOCIMIENTO? (I)


Se suelen emplean expresiones como “ese poema es muy retórico” o “en ese discurso abunda la retórica”. En ambos casos se desliza la idea de que el término “retórica” adquiere un ostensible matiz peyorativo, pues alude al exceso de palabras y a la falta de ideas en el más estricto sentido del término.
Sin embargo, la Retórica es un saber que tuvo un origen judicial y nació en el siglo V, antes de nuestra era, en Siracusa. Puede definirse como un arte o una ciencia. En el primer caso, se trata de una praxis artística, destinada a persuadir al público y que tiene su primer modelo en el discurso de la defensa en el ámbito judicial. Es decir, hablamos de una praxis retórica cuando el orador, a través del uso de la palabra hablada, busca convencer a sus receptores sobre la base de las pruebas que emplea para verificar sus argumentos. En el segundo caso, la retórica es una teoría que empezó centrada en el estudio del discurso del orador y que luego puso énfasis, fundamentalmente, en el análisis de los textos artísticos, aunque también hay trabajos que abordan el funcionamiento argumentativo de los discursos políticos y de aquellos que se producen en el ámbito del derecho. Sin embargo, la retórica como teoría y praxis no constituye una mera banalidad sino un ejercicio del conocimiento. Ha proveído de una gran cúmulo de conocimientos a las ciencias humanas, de ahí que su actualidad sea indiscutible.

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