ANÁLISIS DEL POEMA “MADRE” DE CARLOS OQUENDO DE AMAT

Es indudable que Carlos Oquendo de Amat (1905-1936) es una de las grandes figuras de la vanguardia poética peruana. A medida que pasa el tiempo, 5 metros de poemas (1927) impone, con paso seguro pero majestuoso, su orquestación visual como una de las propuestas más osadas en la lírica peruana de los años vente. Pienso que la escritura de Oquendo de Amat se caracteriza por 1) el uso del espacio de la página en blanco, pues en aquélla se observa el funcionamiento de un estrecho lazo entre las macroestructuras semánticas y la disposición formal de los versos; 2) un rechazo de la civilización capitalista que degrada a sus criaturas reduciéndolas a simples fantoches esclavos de ocultos mecanismos, donde aflora el discurso del poder; 3) la fragmentación vanguardista como cuestionamiento de la estética de Rubén Darío y del estatuto positivista en el campo del conocimiento; 4) el empleo de las figuras retóricas no como meros adornos, sino como vehículos portadores de sentido y llenos de ideología; y 5) el acercamiento al mundo de la naturaleza que es contrapuesto al universo tecnológico, donde preponderan los avisos luminosos y la dinámica de la urbe como ente deshumanizante que hace perder a los objetos e individuos lo que Walter Benjamin llamaba “aura”, es decir, esa experiencia incanjeable e irrepetible que liga al hombre con el fluir de la historia y que, en la modernidad, es triturada merced a sutiles métodos de despersonalización y enajenamiento.
5 metros de poemas se sitúa en el campo retórico de la poesía vanguardista peruana. Creo que uno de los estilemas fundamentales de ese poemario es la metáfora que, en gran medida, liquida la anécdota o la deshace en un cúmulo de imágenes. En tal sentido, Oquendo difiere de César Vallejo, quien en Trilce (1922) mantiene la anécdota en buena cantidad de los poemas. Vallejo parece ser más narrativo que Oquendo, aunque ambos comparten una predilección por el mundo rural. “Aldeanita” del segundo podría equipararse al poema XIII del primero, donde se compara al sexo de la mujer con un “surco prolífico”, pleno de armonía. Ambos poetas parecen respirar, a cabalidad, el aire que viene del campo y así cuestionan la imposición de los valores de la urbe como metáfora de la sociedad moderna.
Oquendo no fue un adepto al credo surrealista como César Moro, sino que estuvo más cercano a la práctica ultraísta que planteaba reducir el poema a una sucesión de metáforas fragmentadas y eliminar los nexos sintácticos entre los versos. Sin embargo, a diferencia de los textos ultraístas, 5 metros de poemas sí posee algunos referentes más o menos precisos como el que aflora en el poema “New York”. Claro está que se trata de una New York imaginada por el escritor, pero indudablemente ésta establece una relación dialógica (no mecánica) con esa legendaria ciudad estadounidense del mismo nombre, susceptible de ser visitada por migrantes de diversa procedencia.


I. ANÁLISIS DE “MADRE”, DE CARLOS OQUENDO DE AMAT

Éste es uno de los poemas de Oquendo de Amat menos analizados: la crítica especializada se ha detenido más en los textos donde predomina más la estética visual. Lo transcribo en su totalidad:

Tu nombre viene lento como las músicas humildes 1
y de tus manos vuelan palomas blancas

Mi recuerdo te viste siempre de blanco
como un recreo de niños que los hombres miran desde aquí distante

Un cielo muere en tus brazos y otro nace en tu ternura 5

A tu lado el cariño se abre como una flor cuando pienso

Entre ti y el horizonte
mi palabra está primitiva como la lluvia o como los himnos

Porque ante ti callan las rosas y la canción 9

Se trata sólo de nueve versos y allí predomina el emparejamiento metafórico[1] LA MADRE ES LA NATURALEZA REGENEDORA que se manifiesta en un cúmulo de figuras. Observo una metáfora estructural en el verso 5: “La madre equivale a un ciclo compuesto de nacimiento a muerte, hecho que conduce a un renacer y así sucesivamente” porque implica una relación entre la isotopía maternal y la del tiempo. La madre le pasa sus semas a tiempo y éste sus semas a aquélla. Desde el punto de vista cognitivo, esta metáfora implica concebir a la madre como un ente ordenador del flujo temporal en el cual los objetos e individuos se desarrollan.
Asimismo, hay el funcionamiento de metáforas espaciales que subrayan una organización conceptual del mundo. El verso 6 pudiera resumirse en lo siguiente: “Al lado de la madre el afecto y el pensamiento se fusionan en la imagen de una flor”. El pensamiento del locutor personaje convoca la apertura del afecto en busca del otro y ello se manifiesta, desde una óptica espacial, en un espacio privilegiado: el lugar contiguo a la madre. Ésta hace que los objetos que se encuentran cerca de ella cambien sustancialmente y adquieran una dimensión dialógica estrechamente vinculada al mundo natural. En efecto, “el cariño se abre como una flor”, símil que posibilita comprender la afectividad del ser humano como un fenómeno equiparable a la apertura de una flor.
En los versos 8 y 9 distingo otra metáfora espacial: “Entre la madre y el horizonte está el lenguaje primitivo del yo”. La ubicación del lenguaje es central en el poema, pues se concibe que existe un espacio (el de la posibilidad de comunicarse) que se encuentra entre el horizonte y la madre:

MADRE -- LENGUAJE -- HORIZONTE

Ello implica que la palabra del yo cumple un rol mediador entre el horizonte (“Límite visual de la superficie terrestre, donde parecen juntarse el cielo y la tierra (...).Conjunto de posibilidades o perspectivas que se ofrecen en un asunto, situación o materia”[2]) y la madre; abre un diálogo entre ambos y vincula el pasado con la posibilidad del futuro a través de un discurso que privilegia el presente como tiempo verbal.
Mas, ¿qué significa el carácter primitivo de la palabra? Indudablemente, remite al origen y a la necesidad de comprender el presente sólo a partir del pasado. La lluvia (asociada al universo agrario) y el himno (canto de exaltación) se asocian con el lenguaje porque remiten a la regeneración cósmica y a la posibilidad de establecer una tradición profundamente arraigada a través del acto de compartir determinados valores colectivos.
El final del poema es sumamente ilustrativo: las rosas y la canción no significan nada al lado de la madre, punto más alto en la escala de valores sustentada por el poeta.
Desde el punto de vista de la disposición estrófica, se constata que el uso del verso largo hace que las oraciones se deslicen lentamente, es decir, con mesura y sin ningún tipo de agitación rítmica. Esto tiene su correlato en la manera parsimoniosa como el nombre de la madre llega al locutor personaje (verso 1). En tal sentido, hay aquí una correlación entre el plano de la expresión y el del contenido: lo que se dice se convierte en materia formal. Ello le da una indudable
coherencia al poema.

II. BREVE REFLEXIÓN FINAL

La poesía de Oquendo de Amat ha saltado el muro del tiempo y se ha posicionado como uno de los pilares de la tradición poética peruana. Su experimentación verbal e ímpetu de innovación; su crítica de la modernidad occidental y de la racionalidad instrumental; su reflexión sobre el tiempo del origen han hecho de Oquendo uno de esos autores que uno relee innumerables veces porque encuentra en él una respuesta a las preguntas que, siglo tras siglo, la humanidad se hace de modo persistente y poderoso.


[1] Cf. George Lakoff y Mark Johnson. Metáforas de la vida cotidiana. Madrid, Cátedra, 1995. El emparejamiento metafórico se manifiesta en un cúmulo de figuras retóricas más específicas.
[2] www.rae.es

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